A veces, provoco cosas que, pocos minutos más tarde, despiertan unas tremendas ganas de suicidarme (exageración, pero casi).
O sea, mi ansiedad hace que quiera precipitar momentos, rompiendo un esquema previamente pensado. Mi manía de planear y evaluar momentos chocan con mi carácter impaciente y el resultado no puede ser otro que un caos a nivel microscópico (que en su momento se asemeja a una batalla épica, pero interna).
También ese pequeño caos me pone nerviosa, y descubrí que soy muy sensible a los nervios. Quiero decir, apenas noto que algo no sale como había esperado (ya sea por mi impaciencia, o por cualquier otra cosa), me estreso y mi cerebro simplemente deja de funcionar. O, en realidad, empieza a funcionar demasiado; se dispara un montón de información y ello dificulta el filtro que indica qué debo decir y qué no, qué debo hacer y qué no sería tan apropiado.
En consecuencia, digo muchas pelotudeces que jamás debería haber pronunciado en voz alta. Y acá es cuando me dan ganas de suicidarme, de poner a Magalí en off y dejar de ver el replay mental de todas las cagadas que me mandé en un lapso de tiempo menor a dos horas.
Me pasa por impaciente.
Embarro yo sola una imagen con la que me sentía bastante cómoda.
Me moviliza la frase "Ah, no te tenía así ¿eh?"
Pero quizás, mientras no deje que esta "nueva imagen" se distorsione, pueda sacar provecho de ella. Igual todavía no se me ocurre como revertir esto... ¿Será que le temo a los cambios? ¿O simplemente no quiero que se forje una idea equivocada de mi? Pero ¿Es realmente equivocada?
Como sea, por ahora creo que lo estoy haciendo todo muy mal.