Ellos piensan que soy una mierda. De una forma u otra, me lo hicieron saber. Se están replanteando cosas, preguntándose cosas, cuestionándose acerca de mi mente recientemente etiquetada como siniestra, malvada. Por eso, nos vamos a centrar en el defecto que hoy causa estragos. En mi defecto. Tengo muchos, de más está decir, y creo que todo el mundo los tiene. Quien no tuviera defectos, no sería humano. Aparentemente mi más saliente defecto a lo largo de estos días fue mi falta de sensibilidad. Ok, sí. Soy una persona bastante fría, aunque no todo el tiempo. Mi frialdad suele hacer su aparición en momentos como este: tensión, dolor. Si me pongo a pensar, deduzco que la razón de mi frialdad es simplemente que no quiero sentir dolor. Por eso, la oculto. La meto en una cajita, a esa cajita dentro de otra más grande, luego en un cajón. El cajón en un cofre, el cofre en una caja fuerte. Improviso una clave y luego me empeño en olvidarla. Si es necesario, tiro la caja fuerte al vacío. Con ella se fue mi “dolor”. Y queda… nada. Todo eso lo hago inconscientemente, supongo, quiero creer; por eso no siento nada en el momento en que decido lastimar. No, nada no. Siento un pequeño placer. ¿Eso me hace una mala persona? Es lo más normal del mundo. Disfrutar, por un momento, el daño causado, no es sinónimo de una mente oscura y vil por excelencia. Es humano. Porque es por un momento, por un instante. Luego deja de importarme, no me veo en la necesidad de causar más dolor.
Pero ellos, evidentemente, creen que sí soy una mala persona. Y entonces la caja fuerte regresa desde el vacío, se rompe la cerradura y por más que no recuerde la clave, el cofre se hace presente. Del cofre sale el cajón, de allí una caja, a partir de ella nace una más pequeña. Y me duele. Me duele que crean eso. Me duele que crean que dentro de unos años no existirán más en mi vida, ni yo en la de ellos.
- ¿Tenés sentimientos?
- A veces me pregunto lo mismo – respondí con franqueza.
Porque esto no es nuevo. No es una novedad para mí encontrarme con que no siento nada, frente a ciertas situaciones. En cambio, sí es una sorpresa ver en sus pensamientos que yo soy una mierda. Quizás lo soy. Quizás así me muestro. Quizás, todo esto no es más que una manipulación de mi parte. ¿Vos que pensás, mamá? ¿Te estoy manipulando ahora? En realidad, me paso días enteros buscando la mejor forma de manejarte, de usarte como una marioneta. Sí, tenías razón. ¿Y vos, papi? ¿Qué tan insensible me encontrás ahora? No soy más que un pedazo de hielo. Tus sospechas eran ciertas. Vos también tenías razón.