Necesito escribir
algo soberbio. Ahí va:
Y, al final, Magui
tenía razón. Yo se los dije, se los dije. Y tenía razón.
Por dónde empezar.
Podría decirse que necesito urgentemente hacer catarsis. Mi prolongada ausencia
en el blog sólo me genera preocupación. No es que no haya intentado escribir
antes: sí lo hice. Escribí párrafos que tras terminarlos me parecieron basura;
los borré así, sin más: puse Cerrar y Cancelar cuando Word me ofreció guardar
los cambios. Ya ni recuerdo qué palabras había empleado, ni qué tema me había
provocado una inspiración fugaz. Porque, hay que decirlo, cada palabra
conllevaba intentar ordenar los pensamientos en mi cabeza, que lejos de volar y
deslizarse, estaban trabados, rígidos, temblaban de la tensión, y resultaban
inteligibles. Ya desde entonces sentía mi pecho convertido en piedra. Ablandado
momentáneamente por personas a las cuales no les doy el valor que se merecen. Y
es que siento que mi esquema se rompió; que lo que yo creía estable, puede rajarse
con el tiempo, sin que nadie se dé cuenta, hasta que notas que, simplemente, no
estás a gusto en esa compañía, fuera de una comunión superficial. Hoy me duelen
relaciones más importantes que las que podría mantener con un chico. Es un
malestar muy diferente; no tiene sabor a vacío, sino a... no encuentro la
metáfora adecuada. Para tener una idea, imaginá que en el pecho tengo una
máquina constantemente en movimiento. Hay engranajes que se empujan entre sí,
encajan perfectamente unos con otros y permiten un funcionamiento fluido. Hasta
que una piedrita logra filtrarse y penetrar en el sistema, instalándose
caprichosamente entre los engranajes, obligándolos a detenerse, a temblar por
el esfuerzo de seguir girando. Es una sensación trabada, trastabillada, rígida,
tensa y humeante. Eleva mucha temperatura pero no enciende fuego. Me llegó la
palabra adecuada: no hay vacío, sino sobrepoblación. Hay algo que sobra, y
frena todo.
Regresé a la etapa
crítica. No es una crítica generalizada... Bueno, puede que lo sea, pero
algunas me producen mayor intolerancia que otras. La falta de compromiso me
saca de quicio. No puedo con ello. Puede que resulte irónico, pues soy proclive
a querer abandonar algunas cosas cuando empiezan a requerir un mayor esfuerzo y…
compromiso. Pero quizás lo que me genere más rechazo sea el hecho de comprometerse
con algo o alguien, no cumplir con lo acordado, y encima no admitir que la
falta la cometió uno. Acá sale otra vez mi lado soberbio: yo, al menos, lo
hago. Quiero decir, últimamente trato de cumplir con mi palabra; si dije que
sí, y luego me arrepiento, me obligo a cumplir; o en su defecto, lo primero que
hago es llamar, o comunicarme de alguna
manera, para avisar y reconocer mi falta, y para pedir disculpas. Y si no estoy
dispuesta a cumplir, aprendí a decir que no. Directamente a no comprometerme.
Pero bueno, sé que no todos somos iguales y blablabla. Pero no quita que me
moleste.
(Le Valse des Vieux Os:
este tema acaba de descolocarme, me obligó a frenar mi exasperada descarga y
deleitarme con las notas del acordeón. Hermoso, nunca lo había escuchado. Oh, y
ahora empieza La Dispute. Amo a Yann Tiersen, especialmente el Soundtrack de
Amélie)
Regresamos. Es
bastante difícil volver a escribir sobre lo que me molesta con tan bella música
de fondo, causándome escalofríos. Pero bueno, se suponía que hoy iba a liberar
¿no? Digamos que lo otro que me
exaspera, que me hace perder la paciencia, querer pegarle a la gente, lo otro
que saca mi lado violento y despreciable, es la histeria. Entiéndase como
histeria, según mi propio diccionario personal, a la ambición y acción inconsciente
y prácticamente permanente, de captar la atención del sexo opuesto, o del
objeto de deseo sexual. Este problema lleva, en casos extremos, a no buscar
amigos sino posibles levantes, a dañar vilmente a quienes creen ser amigos; me
genera un profundo rechazo quien prioriza el goce sexual o el crecimiento
desmesurado del propio ego, ante un afecto tan puro como es el de la amistad. Si
estabas sospechando que me refería a una persona en concreto: acertaste. Pero
lo que más me enfurece es que este sujeto esencialmente histérico, incremente
la histeria de personas allegadas a mí, ya de por sí histéricas. Y que todo se
convierta en una bola gigante de idas y vueltas, de insinuaciones, de “errores”,
de mesientoculpable, de nolehablomás y al segundo siguiente estar buscando su atención
otra vez. Y me genera impotencia que no se den cuenta que vuelven una y otra
vez a lo mismo, que se juegan asuntos de valor por una calentura, por un imbécil,
que sí, no me arrepentí nunca de decirlo, y ahora lo vuelvo a decir: trata a la
gente como lacras. Pero es muy sutil, o eso creía él.
Sin embargo, lo que
más me pesa, lo que más bronca me da, es que yo no tengo nada que ver con esto.
¿Para qué mierda te involucrás, Magalí? Nadie te llamó. Tu obsesión con el
drama busca constantemente algo por lo cual amargarte. APARTATE.
Podría decirse que el
asunto está solucionado… Espero encarecidamente que esté solucionado de una
buena vez, que la histeria se les meta para adentro o que directamente
desaparezca, y vivir una vida tranquila(?). Pero una parte de mí sigue sin
creerlo, sigue sin confiar… de manera que el tiempo dirá.