lunes, 31 de enero de 2011

Una palabra basta.

Necesita una sensación para rozar las teclas. Necesita una canción para ilustrar el momento. Necesita una pausa. Piensa. Error. Lo intenta de nuevo. Siente. Así está mucho mejor. Entonces los dedos se manejan solos. Entonces el mayor decide dónde ubicarse, y luego lo siguen el anular y el índice. El pulgar marca el fin de una palabra, mientras ambos meñiques observan el trabajo de los demás, admirados.

Ella ni siquiera esta segura de lo que siente, pero no cabe duda de que siente algo. ¿Importa qué, con tal de sentir? Escribe, borra, escribe, borra. No, no está segura. A lo mejor ese es su sentimiento. Confusión, inseguridad. Es comprensible, supone. Las señales no son claras, se contradicen. Y se frustra. Se frustra sobremanera, porque por si no fuera poca su confusión, un molesto chillido rasca su cabeza de una manera casi dolorosa. Como si un pequeño hombrecito con un taladro estuviera haciendo un agujero con el fin de conectar las sienes mediante un túnel. Y encima, como si con todo esto no tuviera suficiente, la principal fuente de confusión, en este momento de su vida, interrumpe otra vez el hilo de sus pensamientos. Parece decidido a impedir que ella ordene sus pensamientos. Una palabra basta para desequilibrar, movilizar, provocar un terremoto, que la tierra cambie de eje, el sol se enfríe, la luna se paralice, el viento deje de soplar, se origine un huracán, el mar se calme, los ríos se agiten con un tsunami, que las vacas vuelen y los pájaros vivan en hormigueros. Que un conejo supere en fuerza a un tigre, que las jirafas devoren elefantes, las serpientes den su último abrazo, y el corazón un fuerte latido.
Sí, aún sabiendo que todo eso lo pudo provocar una sola palabra suya, aún sabiéndolo, alberga dudas. Quizás no de lo que sienta, sino de cómo sea correspondida.
Qué triste. Qué triste. Qué inseguridad. Qué confusión. Mucha confusión.

domingo, 30 de enero de 2011

Conclusión.

Mirando para atrás, las últimas conversaciones, reacciones y algunas asociaciones (o falta de ellas), pude llegar a la conclusión de que
SOY ASQUEROSAMENTE INOCENTE.


sábado, 29 de enero de 2011

Lo desordenada que es mi cabeza.

Perdida. Distraída. Últimamente, concentrarme requiere un esfuerzo sobrenatural. En diferentes situaciones, me encuentro de repente buceando en mis pensamientos, ajena a lo que sucede en el exterior. Intento regresar a la realidad, participar del momento… pero zas, sin previo aviso, sin darme cuenta siquiera, agito la cabeza y pestañeo, confundida. Sí, otra vez miraba un punto fijo sin ver nada en realidad. Bueno, si al menos pudiera sumirme en mis pensamientos y escribir lo que pienso… pero no. Como ya he comentado antes, cuando me decido a poner en palabras las imágenes que revolotean en mi cabeza, estas se esfuman; y termino buscando desesperadamente algo sobre lo cual escribir. A ver… ¿Y si escribo sobre la seducción? Un lindo tema, sin duda, ponerme a filosofar sobre las armas de coqueteo más usadas, sobre los tips más efectivos. Pero ¿Cómo escribir sobre algo de lo que no tengo la más pálida idea? Bueno, quizás una palidísima idea tenga, pero no basada en mi propia experiencia. Entonces no me siento con la autoridad como para escribirlo. Me siento inevitablemente chanta.
Porque si yo tuviera que hablar sobre mi propia experiencia en el ámbito seductor, puedo decir que la mejor herramienta para seducir a alguien es no tener absolutamente ninguna herramienta. Nada de pestañear cinco veces seguidas al encontrarse las miradas, ni alzar la barbilla en un gesto de autosuficiencia. Mucho menos “hacete la difícil, les encanta”. Basándome en mi casi nula experiencia (pero experiencia al fin), deduzco que es mentira que hacerte la difícil, o la interesante, provoca deseo. Me corrijo. Quizás sí provoque deseo, pero eso es todo lo que puede provocar. No sé, es una opinión. Personalmente, me resulta muy difícil interesarme en alguien que parece no querer sembrar interés en él, que cualquier cosa que le pregunte, responda con vueltas y frases inconclusas, adornadas con un tono insoportablemente arrogante. Es muy difícil y aburrido, para mi gusto. Quiero decir ¿Por qué no mostrarnos tal cual somos? Si tenés ganas de reírte, reíte; si te surge algún chiste, por más malo que sea, decilo! Muchas veces los chistes causan gracia por lo malísimamente malos que son.
En un año de terapia (Gracias, Miriam!) aprendí que siendo espontánea ganas muchas más cosas que manteniendo un personaje. Me siento satisfecha del 2010 que tuve (sí, tenía que decir esto porque no hice la reflexión sobre el año. Razones: véase las primeras oraciones de esta entrada), aún con todas las pequeñas discusiones y todas las lágrimas que derramé, porque pude ser yo. Estoy aprendiendo, de a poco, a aceptarme tal cual soy y a quererme de este modo. A intentar superarme, a reconocer mis habilidades y tratar de modificar mis defectos. Por eso, le tengo mucha fe al 2011.
Sí, ya sé que me fui de tema. Pero así te podés hacer una idea de lo desordenada que es mi cabeza. Y por eso, creo, que me pierdo, me distraigo, buceo en mis pensamientos.  

martes, 18 de enero de 2011

Collage de ideas

Pensaste que me había olvidado de vos. Me extraña, la verdad. Pero bueno, ahora volví, presiono una vez más las teclas para vos, para mi hermoso, terapéutico y fiel BLOG. No te voy a enumerar las razones por las que te abandoné estas ultimas semanas, nada más te digo que no fue porque no quisiera. 


Extraño a Adri , No la veo desde que terminaron las clases, y ahora estaba revisando su blog y no puedo creer que me haya perdido tantas entradas. Igual, las leí todas; y me siento súper orgullosa de ella (de vos, si es que estas leyendo), por las cosas hermosas que escribe, y esas imágenes que no sé de donde las saca, pero están geniales. 


Encontré lectura para el verano, luego de tanta búsqueda (Véase entrada anterior). Los libros que se ganaron mi afecto fueron una serie de cuentos de Sherlock Holmes (Conan Doyle), "Los Elefantes Pueden Recordar" y "La Muerte Visita al Dentista", ambos de la célebre autora Agatha Christie. Sí, ahora me metí con esa onda: pistas, teorías, investigaciones, observación, policías y detectives. Hasta me enganche con un programa en la tele que se llama Médicos Detectives, o Detectives Médicos. No me acuerdo bien.


En Mar del Plata me puse a jugar a la periodista y le saqué fotos a un artista que hizo su presentación de cuadros hiper realistas, y dije que iba a escribir una especie de artículo biográfico sobre este pintor y elegir una o dos fotos para colgarlas en el blog, pero la verdad que ahora no tengo ni ganas; prefiero escribir esto.


Este año me propongo a ser más directa, más espontánea, y más positiva. Por la Ley de Atracción y todo eso.


No tengo en mente un tema definido sobre el cual hablar, así que hablo de todo un poco.


Murieron mis ideas.
Chau.