¿Quién lo hubiese pensado? Al menos, yo no. Podría relacionarlo con un montón de cosas; con mis descuidos, mi irresponsabilidad. Pero, al fin y al cabo, todo problema físico resulta ser somático ¿No?
Si bien los factores antes mencionados hayan acentuado mi malestar, la ubicación del mismo en mi mapa corporal coincide con un asunto emocional que me perturba desde hace un tiempo.
Conjuntivitis en el ojo izquierdo.
El lado izquierdo del cuerpo indica nuestro pasado; y los problemas en los ojos delatan que algo no queremos ver. Ahora bien, sin creer que estoy forzando las interpretaciones, deduzco que hay algo en mi pasado que me niego a ver. O (ya que llegamos acá, volemos), no quiero ver que algo pertenece a mi pasado.
¿Todos estamos pensando lo mismo? ¿En el mismo?
Debo admitir que estoy sorprendida. Siempre fui consciente de que me costaría mucho dejar el nosotros atrás, de que me llevaría un tiempo considerable sacarlo de mi cabeza, y aún más de mi corazón. Pero nunca creí que el asunto acarrearía consecuencias físicas; nunca se me ocurrió. Y sin embargo, acá estoy, viendo cómo el 2013 pasa dificultosamente, y muy a mi pesar.
Extraño demasiado, no me comprometo con el estudio, ni con mi aprendizaje, y por si fuera poco, acumulo faltas, que tan necesarias son en el último año de secundaria.
Hasta ahora, lo único que me dio profunda felicidad fue el maravilloso verano, tanto en Buenos Aires como en el exterior, y del otoño solo rescato cierto grupo de amigos que me hacen olvidar todo lo demás, y me hace creer, aunque sea por un rato, que no necesito ningún Abisal Boy para ser como realmente quiero ser.