- ¡Ay, no puede ser! – exclamé en un suspiro ligeramente
angustiado, en la soledad de mi comedor, tras leer ese comentario que, si
proviniese de cualquier otra persona, me habría alegrado.
No debería emplear este tiempo en vos. Nunca debería
gastar tiempo en vos. Ahora debería estar practicando con Fireworks, con
Dreamweaver. Pero no, por alguna estúpida razón, decidí entrar a tu muro y
ponerme a investigar. Tal vez buscaba, en vano, alguna señal de idiotez, de un
coeficiente intelectual subterráneo. Me corrijo: no buscaba un coeficiente
intelectual subterráneo. No se puede adivinar el IQ de las personas basándose
en sus publicaciones de Facebook. Sin embargo, ahora que recuerdo, me contaron
que tu desempeño académico no es muy brillante. Mas de eso no quería hablar
ahora, en realidad este párrafo no tiene importancia.
Quería hablar sobre lo desconcertada que estoy al ver que
tenemos tantas cosas en común (pero tantas, que asustan, no sé si sos
consciente, ya que vos evidencias mucho más tus gustos vía Facebook que yo) y que,
si hubiéramos “empezado” con el pie derecho, tal vez ahora nos llevaríamos
genial. Pero no es así, por cosas de la vida supe de tu existencia ya con la
idea predeterminada de una amenaza. No sé cómo habrá sido tu primera percepción
de mí. Admito que me da mucha curiosidad. Me gusta imaginar, aunque en realidad
es una actividad inútil, qué pensarás vos.
Nuestra prácticamente nula relación, estuvo plagada de
tensos silencios. Algo que vos y yo sabemos, pero nunca ponemos en palabras
cuando estamos frente a frente. Nunca hablamos directamente, y nunca respondemos las
alusiones mezcladas. Un escueto beso en la mejilla, cortesía rayana con la
hipocresía, cuando frecuentamos las mismas amistades. Sin palabras, solo algunas
miradas de soslayo, que no termino de saber si son tímidas, temerosas, o sólo
demasiado precavidas.
El recelo que te tengo no es para nada personal. Es lo
que cualquiera siente con cualquier persona que significa una amenaza. Una competencia. ¿Esto terminó? Sé que estoy
extendiendo exageradamente esta desconfianza, pero ¿Puedo considerarme
ganadora? Magalí, Magalí, tonta Magalí… es imposible determinar un vencedor
cuando hay un solo competidor. La única que veía todo esto como un jueguito de
ganadores y perdedores, eras vos. Estúpida. Madurá. El premio no es un objeto,
tu oponente es ficticio, y vos en realidad no estás jugando a nada. No conjetures
al pedo.