miércoles, 31 de julio de 2013

Magui tenía razón

Necesito escribir algo soberbio. Ahí va:
Y, al final, Magui tenía razón. Yo se los dije, se los dije. Y tenía razón.

Por dónde empezar. Podría decirse que necesito urgentemente hacer catarsis. Mi prolongada ausencia en el blog sólo me genera preocupación. No es que no haya intentado escribir antes: sí lo hice. Escribí párrafos que tras terminarlos me parecieron basura; los borré así, sin más: puse Cerrar y Cancelar cuando Word me ofreció guardar los cambios. Ya ni recuerdo qué palabras había empleado, ni qué tema me había provocado una inspiración fugaz. Porque, hay que decirlo, cada palabra conllevaba intentar ordenar los pensamientos en mi cabeza, que lejos de volar y deslizarse, estaban trabados, rígidos, temblaban de la tensión, y resultaban inteligibles. Ya desde entonces sentía mi pecho convertido en piedra. Ablandado momentáneamente por personas a las cuales no les doy el valor que se merecen. Y es que siento que mi esquema se rompió; que lo que yo creía estable, puede rajarse con el tiempo, sin que nadie se dé cuenta, hasta que notas que, simplemente, no estás a gusto en esa compañía, fuera de una comunión superficial. Hoy me duelen relaciones más importantes que las que podría mantener con un chico. Es un malestar muy diferente; no tiene sabor a vacío, sino a... no encuentro la metáfora adecuada. Para tener una idea, imaginá que en el pecho tengo una máquina constantemente en movimiento. Hay engranajes que se empujan entre sí, encajan perfectamente unos con otros y permiten un funcionamiento fluido. Hasta que una piedrita logra filtrarse y penetrar en el sistema, instalándose caprichosamente entre los engranajes, obligándolos a detenerse, a temblar por el esfuerzo de seguir girando. Es una sensación trabada, trastabillada, rígida, tensa y humeante. Eleva mucha temperatura pero no enciende fuego. Me llegó la palabra adecuada: no hay vacío, sino sobrepoblación. Hay algo que sobra, y frena todo.
Regresé a la etapa crítica. No es una crítica generalizada... Bueno, puede que lo sea, pero algunas me producen mayor intolerancia que otras. La falta de compromiso me saca de quicio. No puedo con ello. Puede que resulte irónico, pues soy proclive a querer abandonar algunas cosas cuando empiezan a requerir un mayor esfuerzo y… compromiso. Pero quizás lo que me genere más rechazo sea el hecho de comprometerse con algo o alguien, no cumplir con lo acordado, y encima no admitir que la falta la cometió uno. Acá sale otra vez mi lado soberbio: yo, al menos, lo hago. Quiero decir, últimamente trato de cumplir con mi palabra; si dije que sí, y luego me arrepiento, me obligo a cumplir; o en su defecto, lo primero que hago es llamar,  o comunicarme de alguna manera, para avisar y reconocer mi falta, y para pedir disculpas. Y si no estoy dispuesta a cumplir, aprendí a decir que no. Directamente a no comprometerme. Pero bueno, sé que no todos somos iguales y blablabla. Pero no quita que me moleste.

(Le Valse des Vieux Os: este tema acaba de descolocarme, me obligó a frenar mi exasperada descarga y deleitarme con las notas del acordeón. Hermoso, nunca lo había escuchado. Oh, y ahora empieza La Dispute. Amo a Yann Tiersen, especialmente el Soundtrack de Amélie)

Regresamos. Es bastante difícil volver a escribir sobre lo que me molesta con tan bella música de fondo, causándome escalofríos. Pero bueno, se suponía que hoy iba a liberar ¿no?  Digamos que lo otro que me exaspera, que me hace perder la paciencia, querer pegarle a la gente, lo otro que saca mi lado violento y despreciable, es la histeria. Entiéndase como histeria, según mi propio diccionario personal, a la ambición y acción inconsciente y prácticamente permanente, de captar la atención del sexo opuesto, o del objeto de deseo sexual. Este problema lleva, en casos extremos, a no buscar amigos sino posibles levantes, a dañar vilmente a quienes creen ser amigos; me genera un profundo rechazo quien prioriza el goce sexual o el crecimiento desmesurado del propio ego, ante un afecto tan puro como es el de la amistad. Si estabas sospechando que me refería a una persona en concreto: acertaste. Pero lo que más me enfurece es que este sujeto esencialmente histérico, incremente la histeria de personas allegadas a mí, ya de por sí histéricas. Y que todo se convierta en una bola gigante de idas y vueltas, de insinuaciones, de “errores”, de mesientoculpable, de nolehablomás y al segundo siguiente estar buscando su atención otra vez. Y me genera impotencia que no se den cuenta que vuelven una y otra vez a lo mismo, que se juegan asuntos de valor por una calentura, por un imbécil, que sí, no me arrepentí nunca de decirlo, y ahora lo vuelvo a decir: trata a la gente como lacras. Pero es muy sutil, o eso creía él.
Sin embargo, lo que más me pesa, lo que más bronca me da, es que yo no tengo nada que ver con esto. ¿Para qué mierda te involucrás, Magalí? Nadie te llamó. Tu obsesión con el drama busca constantemente algo por lo cual amargarte. APARTATE.

Podría decirse que el asunto está solucionado… Espero encarecidamente que esté solucionado de una buena vez, que la histeria se les meta para adentro o que directamente desaparezca, y vivir una vida tranquila(?). Pero una parte de mí sigue sin creerlo, sigue sin confiar… de manera que el tiempo dirá.