miércoles, 31 de agosto de 2011

Candela

Como puede cambiar todo en tres horas. 

Recién escuché en la tele: El silencio es dueño del momento. Lo cierto es que no me habría enterado de no ser por Mica, que me transmitió la terrible noticia, y tras lo cual prendí la tele deseando que fuera una broma de muy mal gusto. Ahí, en TN, en imprenta mayúscula, se encontraba un titular que pese a cualquier tipo de distancia, me fracturó el corazón.

Encontraron asesinada a Candela.

Y una lágrima cayó sobre el teclado. Es difícil de explicar. No tengo mucho para escribir, la verdad. Se me complica a la hora de expresar con palabras lo que me pasa. Y si me pasa a mí, no me quiero imaginar cómo debe estar esa familia. Esos amigos. Esa gente que rodeaba a Candela en su vida cotidiana. No puedo ni imaginar lo que deben estar sintiendo ellos desde el día en que desapareció.

Qué más puedo decir. 
Si el Universo permitió que esto pasara, es porque allá en el Cielo necesitaban un angelito con las cualidades de Candela.  
Y creo que del mismo modo pasa con cada chico o chica de cualquier edad y bajo cualquier circunstancia que debe dejar su cuerpo físico. 
Tal vez todo esto tenga un propósito que se escapa de nuestra comprensión. 
Debe tenerlo.


MUCHA FUERZA PARA LOS AMIGOS Y LA FAMILIA DE CANDELA, Y DE TODOS LOS CHICOS DESAPARECIDOS. 

miércoles, 24 de agosto de 2011

Azúcar

Hola. ¿Cómo estás? Pasá, pasá... no seas tímido... Ah, la mierda. Definitivamente, no sos tímido. Si querés podes tomar asien... Bueno, ya te sentaste. En ese sillón, el más cómodo. Ese que me gusta más ahora que vos estás sentado sobre él. ¿Sabés qué? Nunca me había detenido a observar que hermoso es ese sillón.
¿Tenés sed? ¿Qué te gustaría...? Ah, ya encontraste las tazas. Sí, sí, servite tranquilo. ¿Yo? Chocolate amargo por favor... Bueno, ponele una de azúcar. Mejor dos. Gracias. Qué rica chocolatada. Esto tiene más de dos cucharadas de azúcar ¿no? ¡¿Cómo que nueve cucharadas?! ¡Te dije dos! Bueno, no importa... igual me gusta así. Dulce. Empalagoso.  
Bueno, te presento a Salame. Él lleva viviendo acá adentro bastante tiempo... Casi un año. No se quiere ir, che. No lo dejo ir. Pero ya preparó sus bolsos. Es contradictorio, lo que me pasa. Sí.. como que acá estorba, pero si se va me siento sola. Supongo que esto va a ser así hasta que venga otro inquilino dispuesto a ocupar su lugar.  Jaja, ¿Que vos te ofrecés? Mirá que esto no es un hotel cinco estrellas... Que bueno que no te importe.
¿Otra de azúcar? Bueno...
Qué loco. Nunca había probado la chocolatada con tanto azúcar. Me gusta, si bien es empalagosa. ¿Es cómodo ese sillón? En realidad nunca me senté ahí... A Salame no le gusta mucho ¿viste? Y como es mi invitado, yo le daba los gustos... También le gusta el chocolate amargo. Y frío. 
¿Qué decis? ¿Que me siente con vos? No sé, no vamos a entrar... Pero bueno, ahora que me hiciste un espacio capaz que entro. A ver... ¡qué cómodo! No, no me molesta que me abraces. Sí.. igual es chiquito el sillón. Pero se siente bien. Es cálido y acolchonado. ¿Por qué nunca antes me senté acá? ¡De lo que me perdía! A ver, pasame la taza de chocolatada... y ponele unas cucharaditas más de azúcar... ahi está bien. 
Salame, ¿Ya te vas? Bueno.. suerte! Llamame cuando encuentres una nueva habitación ¿eh? Yo ya encontré un nuevo inquilino. Dejame una enseñanza y cerrá la puerta al salir. 

viernes, 12 de agosto de 2011

El avión sin combustible.


Creo que buscarte
es más digno que pensarte,
más difícil que encontrarte
y menos triste que olvidarte.

Hasta hoy, no comprendía totalmente esta frase. Pero en estos momentos creo que Tan Biónica tiene la posta.


Estoy bien. No fue tan malo como esperaba, quiero decir, ya sabía que a mi avión le faltaba combustible. Sabía que, sin combustible, no podía llegar muy lejos. No podría ir a ningún lado. Supongo que por eso ya tenía el paracaídas preparado. Un tropezón no es caída. Obviamente, sufrí el vértigo que suponía lanzarme al vacío. No es lindo caerse de la nube. Pero esa nube sobre la que mi avión volaba, poco a poco perdía consistencia. Sin embargo, decidí agarrar el paracaídas y despegar igual.
¿Cómo podría saber, sino, qué tan lejos llega un avión sin combustible?

jueves, 11 de agosto de 2011

Trastorno de Ansiedad

Como últimamente no me estoy sintiendo muy bien (lo había adjudicado al síndrome premenstrual, pero Andrés ya se tomó el palo y sigo estando como el culo), estuve investigando al respecto, y acá voy a publicar los síntomas e indicios por los cuales me autodiagnostico ansiedad.

Hice un test, siendo el puntaje resultante igual a 101. Esto es lo que salió de tal cifra:

De 100 a 160 puntos
Vives al borde de un ataque de nervios. Estás envuelto por una atmósfera de preocupación por lo que pueda pasar, que en la mayoría de los casos, si te pararas a pensarlo, carece de fundamento. Un consejo, relájate y no le des tantas vueltas a la cabeza, preocuparte antes de tiempo no te dará la solución al problema.

Queriendo amenizar esto, decidí que en realidad mi puntuación podría ser entre 90 y 100. Y eso es lo que dice el test ante dichos números:

De 61 a 100 puntos
Te encuentras en un término medio entre las personas excesivamente controladas y seguras y las que se preocupan por todo, incluso sin motivo. Lo habitual es encontrarse dentro de estos parámetros, en equilibrio entre lo emocional y lo racional. Si te acercas mucho a la puntuación de 100, ten cuidado de no dejarte llevar por la ansiedad en algunos aspectos de tu vida, pues tiendes a preocuparte un poco demasiado.

La parte resaltada, me preocupa.

Ah, la mierda. Leí esta definición y me siento peligrosamente identificada. Pero ¿Por qué, si mi vida es relativamente fácil?
El Trastorno de Ansiedad Generalizada (TAG) es mucho más de lo que una persona normal con ansiedad experimenta en su vida diaria. Son preocupación y tensión crónicas aún cuando nada parece provocarlas. El padecer este trastorno significa anticipar siempre un desastre, frecuentemente preocupándose excesivamente por la salud, el dinero, la familia o el trabajo. Sin embargo, a veces, la raíz de la preocupación es difícil de localizar. El simple hecho de pensar en afrontar el día puede provocar ansiedad.

Los síntomas que padezco, se encuentran resaltados.

Sintomas de ansiedad cognitivos

-Preocupación-Inseguridad-Miedo o temor-Aprensión-Pensamientos negativos (inferioridad, incapacidad)-Anticipación de peligro o amenaza-Dificultad de concentración-Dificultad para la toma de desiciones-Sensación de desorganización o pérdida de control sobre el ambiente.

Sintomas de ansiedad observables

-Hiperactividad
-Paralización motora
-Movimientos torpes y desorganizados-Tartamudeo y otras dificultades de expresión verbal-Conductas de evitación

Sintomas de ansiedad fisiologicos o verbales

-Cardiovasculares: palpitaciones, pulso rápido, tensión artierial alta, accesos de calor.
-Respiratorios: sensación de sofoco, ahogo, respiración rápida y superficial, opresión toráxica.
-Gastrointestinales: náuseas, vómitos, diarrea, aerofagia, molestias digestivas.
-Neuromusculares: tensión muscular, temblor, hormigueo, dolor de cabeza tensional, fatiga excesiva.
-Neurovegetativos: sequedad de boca, sudoración excesiva, mareos.


Miriam, HELP ME! Tal vez esté exagerando. Tal vez no. No sé. Mi diagnóstico personal indica que tengo, aunque sea, un principio de TAG. 

miércoles, 10 de agosto de 2011

Ególicos Anónimos

La muchacha se removió en su asiento, incómoda, al ver que se acercaba su turno. No debía tener más de 17 años, pero su postura rígida, sus labios apretados, y su barbilla elevada, hacían que se viera mayor.
- Gracias por contarnos tu historia, Verónica - dijo el coordinador con una sonrisa comprensiva, mientras todos aplaudían. La joven tensa fue la última en aplaudir, pues la verdad ni siquiera estaba escuchando el relato de su compañera. Mal hecho. Debía estar atenta, ya que ella era la siguiente, y en cuanto los seis pares de ojos allí presentes se posaron sobre la chica, esta no tenía la más pálida idea de lo que iba a decir. 
- Eh... Hola, me llamo Lucila - balbuceó. Todos corearon un entusiasmado «¡Hola, Lucila!». Ella improvisó una sonrisa, que dado su nerviosismo, se asimiló más a una mueca rígida. Todos guardaron silencio y esperaron que Lucila continuara hablando.
- Tengo 16 años y soy ególica - y estúpida, mirá lo que es esta gente ¿Qué hago acá? - Yo... en realidad no necesito esto - su mirada se encontró con la del coordinador, quien inclinaba la cabeza en gesto de pensativa atención. -. Soy una chica sana, no necesito terapia. Mi mamá está un poco loca y no sé de dónde sacó que soy ególica. En serio, no lo soy. Llevo una vida normal - las palabras brotaban sin parar con la firme intención de servir de excusa. Lucila quería marcharse de allí.
- Voy al colegio, me va bien, tengo buenas notas. Tengo muchos amigos, me suelen buscar porque doy consejos excelentes. No soy egoísta, me gusta ayudarlos. Siempre que puedo les doy mi opinión, intento orientarlos. Aunque se trate de un tema en el que yo no tenga experiencia, les doy consejos. Se sabe que tengo más sentido común que ellos, mi mente funciona más calmadamente, y por ende puedo pensar mejor. Me gusta ayudarlos. 
»Como dije, soy una chica normal. Sé que no soy la más bella, pero no lo necesito. Creo que con mi inteligencia y mi gran personalidad, alcanza. Sin embargo, me considero una incomprendida. Este mundo superficial en el que me tocó vivir, impide a los chicos fijarse en mí. Si fueran capaces de ver más allá de la cáscara, podrían apreciar la dulzura de la pulpa (me gustan las metáforas, soy muy buena en eso). Como decía, lo superficial que es la gente le impide valorarme por lo que soy. Pero bueno, no los culpo. Hay personas más evolucionadas que otras, y no hay que descalificarlos por ser tan vacíos y chatos. Algún día, tal vez, logren entender lo que, en este momento, evidentemente está más allá de su capacidad de comprensión. - Lucila se tomó una pausa para recorrer con mirada autosuficiente los rostros de sus compañeros. Algunos asentían con la cabeza; otros, junto con el coordinador, mantenían inexpresivas sus facciones.
- Como verán - continuó, declarándose victoriosa -, soy una chica sana con pensamientos solidarios y humildes. Nada de lo que preocuparse. No tengo ni una pizca de ególica, no me permito tales bajezas. Creo que puedo estar por encima de comentarios vanidosos, porque tranquilamente puedo demostrar mis talentos e innumerables valores con hechos - Lucila fue recogiendo su mochila y se puso de pie mientras hablaba. Miró a sus compañeros con fingida empatía.
- Les deseo muchísima suerte, chicos. La verdad, fue un gusto conocerlos; pero todo esto lo tengo perfectamente superado. Sigan adelante con el tratamiento; no se preocupen, a la larga puede ser que noten mejoras. Cuando logren el equilibrio que yo tengo, me llaman y salimos a tomar algo ¿Eh?. Encantada, che. Suerte, chau.
Lucila se dirigó con paso firme hacia la salida. Impecable, una diosa. Les había demostrado a todos con éxito que ella no necesitaba tratar su ego desbordado. No era ego, sino realismo. Claramente.
- Ejem.. ¿Lucila? - carraspeó el coordinador, elevando las cejas. Ella lo miró por encima del hombro.
- Mejor quedate, va a ser muy interesante... tenemos mucho sobre lo que trabajar.


Escrito el Lunes 8 de Agosto, 01:04 AM.

martes, 2 de agosto de 2011