Hola. ¿Cómo estás? Pasá, pasá... no seas tímido... Ah, la mierda. Definitivamente, no sos tímido. Si querés podes tomar asien... Bueno, ya te sentaste. En ese sillón, el más cómodo. Ese que me gusta más ahora que vos estás sentado sobre él. ¿Sabés qué? Nunca me había detenido a observar que hermoso es ese sillón.
¿Tenés sed? ¿Qué te gustaría...? Ah, ya encontraste las tazas. Sí, sí, servite tranquilo. ¿Yo? Chocolate amargo por favor... Bueno, ponele una de azúcar. Mejor dos. Gracias. Qué rica chocolatada. Esto tiene más de dos cucharadas de azúcar ¿no? ¡¿Cómo que nueve cucharadas?! ¡Te dije dos! Bueno, no importa... igual me gusta así. Dulce. Empalagoso.
Bueno, te presento a Salame. Él lleva viviendo acá adentro bastante tiempo... Casi un año. No se quiere ir, che. No lo dejo ir. Pero ya preparó sus bolsos. Es contradictorio, lo que me pasa. Sí.. como que acá estorba, pero si se va me siento sola. Supongo que esto va a ser así hasta que venga otro inquilino dispuesto a ocupar su lugar. Jaja, ¿Que vos te ofrecés? Mirá que esto no es un hotel cinco estrellas... Que bueno que no te importe.
¿Otra de azúcar? Bueno...
Qué loco. Nunca había probado la chocolatada con tanto azúcar. Me gusta, si bien es empalagosa. ¿Es cómodo ese sillón? En realidad nunca me senté ahí... A Salame no le gusta mucho ¿viste? Y como es mi invitado, yo le daba los gustos... También le gusta el chocolate amargo. Y frío.
¿Qué decis? ¿Que me siente con vos? No sé, no vamos a entrar... Pero bueno, ahora que me hiciste un espacio capaz que entro. A ver... ¡qué cómodo! No, no me molesta que me abraces. Sí.. igual es chiquito el sillón. Pero se siente bien. Es cálido y acolchonado. ¿Por qué nunca antes me senté acá? ¡De lo que me perdía! A ver, pasame la taza de chocolatada... y ponele unas cucharaditas más de azúcar... ahi está bien.
Salame, ¿Ya te vas? Bueno.. suerte! Llamame cuando encuentres una nueva habitación ¿eh? Yo ya encontré un nuevo inquilino. Dejame una enseñanza y cerrá la puerta al salir.
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