jueves, 17 de febrero de 2011

Conversación interna.

Aunque no la puedas ver, la percibís. Esa coraza tan invisible como intangible -y asombrosamente impenetrable-  impide a tus dedos tocarlo, a tus ojos mirarlo realmente, a tus oídos oír espontáneas palabras. No esperes que la situación sea cálida, mucho menos que sea fácil, pues solo te llevarías una frustración. Otra frustración. Porque es así y lo sabés, por más que te empeñes en cubrirlo con pensamientos positivos. 


Por un lado soy como él. Más bien, actúo como un espejo. Si traen relajación, respondo relajada; si traen tensión, respondo tensionada. Si no traen, no respondo. Y no dejo de ser yo. 


No, no es tan así. Todo depende. Muchas veces te dejas llevar por el nerviosismo y no pensás lo que hacés. Metés la pata, sin querer, de puro atropellada. Entonces, por alguna razón desconocida, dejás de ser vos, porque querés ser para los demas. Querés gustarle a los demás haciendo y diciendo cosas que creés que les gustaría; cuando lo que realmente les gustaría es que les gustaras por lo que sos. No una versión alterada. 


Además, la versión alterada es dificil de mantener. Más cuando estoy siendo atacada por el nerviosismo. Me destartalo, no puedo fingir, no puedo mentir. Se me nota en la cara. 

¿Cuál es la solución?
DEJAR DE PENSAR, DE COMPARAR, DE APARENTAR
SOLO HAY QUE
 SERUNOMISMO.

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