martes, 14 de agosto de 2012

Llueve copiosamente

Llueve copiosamente en la ciudad, y los truenos no auguran ninguna mejoría. Para darme la razón, el sonido de las gotas sobre el techo, las baldosas, las hojas de los árboles, aumenta su intensidad. Las calles se llenan de agua dulce, la gente busca refugio en sus casas. Aquellos pocos que deben asomar la nariz bajo el diluvio por obligación, toman con firmeza sus paraguas de colores. Los truenos siguen acomodándose entre las nubes. Llueve copiosamente en la ciudad.
Y yo, yo debo asistir a mi sesión de suplicio femenino.

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