sábado, 9 de marzo de 2013

Manuscrito III

Nota: Sin fecha, pero seguro fue un par de días después de llegar a Mammola.

Tengo las manos entumecidas por el frío, pero igualmente me esforzaré en escribir.
Cartas Marcadas es un libro, como bien advierte su contratapa, sumamente confuso. Te hace pensar, y a la vez dudar de lo que estás pensando, nunca tenes la certeza de que lo comprendido es lo correcto, o de que no entendiste absolutamente nada, o de que captaste alguna parte, o de que su mensaje es tan subjetivo que da lo mismo lo que comprendas.
No puedo evitar identificarme con los muchos amoríos casuales de Jorge Allen. Todas esas mujeres, por supuesto, están perdidamente enamoradas del poeta y filósofo. Salvando las distancias (que, siendo realistas, son muchas), vos sos mi Jorge Allen. Ese que yace con tantas, y sin embargo no se encuentra esencialmente satisfecho. El que aprovecha la facilidad pero va tras el ideal de mujer superior, que es tan grandiosa como inalcanzable, incluso ficticia, inexistente. Y regreso, una vez más, al mismo punto (o curva) de mi círculo de cavilaciones, cuyo centro sos vos.
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Todos saben que este no es mi lugar, que soy un bicho raro, que de italiano solo tiene el apellido. Solo con verme se sabe que mis rasgos provienen de otras raíces, y en este caso las apariencias no engañan. 
Hablan a mis espaldas pero mis oídos están siempre atentos. Las conversaciones cuando no estoy presente, recalcan mis diferencias:
- ...Que Magalí no se entere.
- ...Que no se sienta mal.
- ...Parece de otro planeta.
- ...No le digamos.
- ...Va a quedar mal.
- ...Pobre Magalí.

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