viernes, 22 de julio de 2011

El confesionario.

La chica ingresó con paso vacilante en aquel estrecho cuartito. Miró a su alrededor, con leve recelo. Las paredes estaban forradas de terciopelo verde oscuro; el suelo, cubierto por una mullida alfombra blanca. Era pequeño, muy pequeño. En su centro, como único mueble, se hallaba un acolchonado sillón de cuero negro y respaldo alto. La temperatura de aquel lugar no era ni muy cálida ni muy gélida: agradable. 
La muchacha, de falsos ojos claros y espeso cabello castaño, de repente se sintió a gusto. Este era su lugar. Tomó asiento en el mullido sillón, y descubrió, colgados en el apoyabrazos, unos bonitos auriculares. Se los puso, para su sorpresa encajaban perfectamente en sus oídos; era muy cómodos y firmes. 
Entonces sintió unos deseos incontenibles de hablar. Después de todo, para eso había llegado hasta allí.

- Para algunas cosas soy extremadamente sensible. Para otras, no tanto. Todo lo contrario... No confío en los tipos.

- ¿Por qué? - preguntó una voz curiosa desde los auriculares. La chica no se asustó; aquella voz era conocida, aunque no podría especificar de dónde.

- No sé. Tengo quince años, tampoco es que hayan tenido muchas oportunidades de lastimarme. Quiero decir, técnicamente nadie me lastimó. La única que, hasta ahora, me lastima "amorosamente hablando", soy yo. Por mi tendencia adolescente a idealizar las cosas. Pero eso me lleva a no confiar en los tipos.

- Ves muchas películas.

- Puede ser. Las tramas románticas me atraen peligrosamente - la falsa ojiverde rió ligeramente, tras lo cual recuperó su aire pensativo -. O tambien puede ser que me dejo llevar por el estereotipo de "chico pelotudo mujeriego más-histérico-que-una-mina que se autodenomina yo-winner-chamuyero de diecitantos años". Entonces, como pienso que son todos así (o el 98% de los casos), no me creo ni una palabra de lo que dicen.

- ¿Nada de nada? Qué amarga. - la vocecita bufó, divertida, casi con burla.

- Bueno, algunas cosas sí. Pero me refiero... no les creo nada cuando me dicen hermosa, linda, yo gusto de vos, etc. Frases o adjetivos que en mi opinión están armados previamente.

- ¿Y cuál es el problema de que estén armados con anterioridad?

- Siento que dejan de ser sinceros. Va a sonar detestablemente cursi, pero si un flaco me dice algo lindo, quiero que lo diga porque en verdad lo siente. Las palabras vacías, cuando van en esa dirección, no me sirven. 

- Amarga. Aburrida. Divertite un poco, nena. Si un pibe te quiere chamuyar, es porque le pareciste linda. No se van a gastar en hacerte la cabeza si después no van a querer ni un arranque. Osea, de ser así sería un pibe excepcionalmente histérico. 

- Todos son histéricos.

- Te corrijo. Todos somos histéricos alguna vez. Solo que en diferentes niveles. Un coqueteo previo es divertido, aunque tampoco hay que irse a la mierda histeriqueando por histeriquear. Eso sí es desagradable. Tendrías que divertirte más coqueteando y tirandote onda con pibes, aunque si te involucrás sentimentalmente sí corrés el riesgo de salir lastimada. Ese era tu miedo ¿no?

- Sí.. y por eso no confío en los tipos. Tengo miedo de salir lastimada.

- Mirá, a tu edad es muy difícil encontrar el amor de tu vida. Eso viene más adelante. Yo que vos, no me preocuparía por eso. Por ahora, disfrutaría. Puede ser que un chico te guste más que todos los demás, y que quieras que sea solo para vos, y ser solo para él; eso también está bien. No te digo que no tengas novio, que no te enamores. Solo que te sueltes un poco más. Que arriesgues más; pensá esto: la realidad es que pueden lastimarte, pero no es nada de lo que no puedas recuperarte con el tiempo. 

- Ehm.. sí, supongo que tenés razón. Hablando de gustar de gente... la verdad no entiendo esas personas que dicen estar enamoradas al poco tiempo de conocer a alguien. Tampoco creo en el amor a primera vista. 

- Bueno, ese sería otro tema interesante para charlar.  

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