Sos tan expresivo. Te ves tan dulce, me cuesta creer que tengas la edad que tenés. Todavía parecés un niño; a mis ojos, el tiempo nunca pasó. Te tratamos como un recién nacido, y vos interpretas el papel perfectamente. Tus miradas... tus ojitos brillantes lo dicen todo, y la expresión que transmitís con ellos, es la principal causa de tu aspecto ingenuo. Como un nenito. No sé si será que te conozco demasiado, y vos me conocés mucho más, pero cuando miro tus ojos, entiendo lo que dicen. A veces me mirás expectante, casi puedo adivinar tus pensamientos. "Hu, ¿Qué quiere esta loca ahora?". Noto en tu mirada que ya adivinaste lo que voy a hacer, y por lo general no intentás evitarlo. Sos tan buenito.
Otras veces, leo en tus ojos una petición. Entusiasta, tu cuerpo también habla. Te inclinás hacia mí con la vista fija en mis ojos, casi puedo ver cómo elevás las cejas, apremiándome. No te hace falta hablar. "¡Dale! ¡Dame bola! ¡Quiero algo! ¡Dámelo!". A veces me pedís que te deje en paz. Casi nunca te hago caso. Te apretujo y te lleno de besos, vos los recibís con resignación. Ya sé que soy pesada, ya lo sé. Sólo cuando empezás a oponer resistencia opto por dejarte ir; incluso a veces te escabullís de entre mis brazos, y ya no te puedo atrapar. Sos rápido cuando querés. Rápido y silencioso, una sombra, imperceptible. Cuando querés ser invisible, lo sos. En un abrir y cerrar de ojos desaparecés... sos muy vivo para esas cosas. ¿Quién dijo que fueras estúpido? Sabes aprovechar las oportunidades, ya lo comprobamos unas cuantas veces. Te gusta la aventura, correr, seguir tu instinto. Demasiado sociable, tal vez, resultas un pequeño estorbo para tus compañeros. Pero vos no lo notás, o no te importa, ni siquiera un gruñido hostil opaca tu efusividad.
Sos un amor. No suelo demostrar cuánto te quiero, cuánto significás para mí. No me imagino sin vos, no quiero ni pensar. Me niego a contar cuánto tiempo nos queda juntos. Menos de la mitad del que ya pasamos. Pero eso no es importante; tu vitalidad siempre me hace sonreír. Sos tan atento, tan molesto a veces. Arisco y complaciente a la vez, amo cuando suspirás juntando paciencia. Te gusta que te mimen, siempre y cuando no haya amor en exceso. Eso está bien, tenés tu equilibrio.
De pequeño eras mi juguete, me gustaba pararte los pelos rubios para que parezcas punk, me acuerdo que te paseaba en el cochecito de juguete como si fueras mi bebé. Bueno, en realidad sos un eterno bebé. Ahora sos mi bebito guardián, el que rompe las bolas cuando un desconocido entra a casa, el que entra en confianza fácilmente y de guardián ya no te queda nada.
Tenés un enorme corazón, una gran capacidad para amar, a pesar de todas las veces que te pisé, te golpeé sin querer, te apreté demasiado, te grité y te encerré en el patio, en mi pieza o en el baño. Siempre terminaba abrazándote, y vos sin ningún tipo de rencor. Valorabas más reencontrarte con la libertad que el recuerdo del encierro. Te amo tanto, mi putito hermoso, mi eterno bebé. Mi Rockito.
No hay comentarios:
Publicar un comentario