lunes, 17 de septiembre de 2012

En serios problemas.

Y en estos momentos es cuando no hay cosa que desee más que tener tu aparente indiferencia a tan solo metros de mi posición. Podría mirarte un largo rato, espalda contra la pared, párpados perezosos, boca pequeña y tu aspecto tan sugestivamente desaliñado. Podría mirarte un largo rato, deseándote a la distancia, hasta que mis manos no resistan más y busquen unos hombros que acariciar, un cuello que rodear, un cabello en el cual enredar los dedos. Pero sólo pueden pertenecer a una persona. Y ahí es cuando me doy cuenta que estoy en serios problemas.
Esa sensación escalofriante de tu imagen alejándose como a través de un túnel, a velocidad de vértigo, me marea y caigo de bruces sobre el cemento frío. Podría ir consiguiendo unas rodilleras, por las dudas, por si las cosas no solo suceden en mis pesadillas. Como para amortiguar, para no rasparme tanto. Aunque los moretones son inevitables. Me provocás moretones cada vez que me abrazás y yo caigo en la cuenta de que te sujeto más fuerte con miedo a dejarte ir.
Intento hacerme la idea, ir acostumbrándome a tu ausencia. Soy bastante precavida, tenés que admitirlo. Pero tu mirada se clava en la mía y levantás una mano invitando a acercarme. Mis pies actúan solos. Sabés la fuerza magnétiva que ejercés sobre mí, y te divierte ver cómo intento resistir. En vano.  
Hay ocasiones en las que pienso. ¿Está bien tomar tantas precauciones? ¿No estoy provocando yo sola, de esta manera, tu desición? ¿Qué debo pensar? ¿Seguir construyendo sobre nubes? No quiero caer en forma de lluvia.
No me gusta hacer equilibrio. Ojalá la resolución no se haga esperar tanto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario