- Lo cual no quita que me de bronca.
- Es una elección tuya. Todo no se puede, listo. Es al
pedo engancharte por algo que no tiene solución, pelotuda. Dejá de comportarte
como una enferma caprichosa, dale.
- Sí tiene solución. Sí se puede todo. Si lográs
organizarte y te dan los tiempos, podés. Por la tarde una cosa, por la noche
otra. Simple. El problema es la falta de decisión.
- Uy, ya te vas a poner a llorar. Me cago en vos y tus
lágrimas de mierda.
- La falta de decisión es el problema de todo. Si
hubiéramos definido las actividades un día antes (no te digo una semana, dos
meses de anticipación. Me refiero a un día, 24 horas), hubiera sido muy simple
cumplir mis dos deseos. Podrás decirme estructurada, pero facilitaría muchísimo
las cosas. Esto de improvisar, hacer equilibrio… no me gusta en absoluto, lo detesto. Una
cosa es la espontaneidad, otra muy distinta es la desorganización. Nadie (y me
incluyo) se preocupó por definir el destino en su debido momento. Después salió
todo a las atropelladas, y no pude disfrutar nada en su totalidad. Día de
mierda.
- Dejá de llorar, me duele la cabeza. Sos insoportable.
- A mí también me duele la cabeza. Siempre me duele la
cabeza. ¿Quién es la maricona acá? No niego que la pasé bien cuando creí el
asunto solucionado. Viendo mi noche ocupada, organicé parte del fin de semana
restante. Mirá la suerte que tengo, que llego a mi casa y descubro los planes
cambiados, ocupando justo la porción de sábado que yo ya reservé, ésta sí, con
una semana de anticipación.
- ¿Qué culpa tienen?
- Si la situación fuera tangible, la cagaría a trompadas.
- Todo no se puede.
- Dejá de decir esas pelotudeces. Si se organiza, sí se
puede.
- Pero no son organizados, y no los vas a cambiar.
- Por eso me gustaría que la situación se convirtiera en
papel para poder quemarlo en la hornalla. - Qué violenta.
- Callate. Nada quita que me de bronca.
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